Hacer y escribir la historia muchas veces implica transgredir. Aunque en muchos casos el trabajo sexual de las mujeres está vinculado a historias de explotación y violencia, también hay quienes por voluntad propia deciden dedicarse a esta actividad, aún así las persigue el estigma y la discriminación que les arrebatan sus derechos.
Por eso, mujeres como María Elena Dávila, han visto en la unión y la organización, la salida para reclamar sus derechos, como personas y como trabajadoras y ya pueden contar importantes logros.