El bienestar de nuestros ríos

Luis A. Monge Arrieta
Integrante del Movimiento Ríos Vivos de Costa Rica

Cuando los abuelos pioneros, primeros pobladores de la zona sur, o los pueblos originarios, se asentaron, lo hicieron cerca de los ríos, de acequias, de cursos de agua. El agua da seguridad, cobijo, es la base para las actividades productivas, económicas, agropecuarias. Brinda bienestar; más allá del vínculo vital que significa para la vida biológica, – sin agua no somos capaces de sobrevivir -, el agua también provee satisfacción y alivio interior: cuando estamos frente a un evento que nos impacta, que nos descompensa, lo primero que nos ofrecen es un reconfortante vasito de agua. Aún en nuestros días se ve discurrir grupos de chiquillos, de jóvenes, de  familias; hacia las pozas para disfrutar de ese entorno maravillosamente vital que ofrecen los ríos. La historia y el crecimiento de nuestras comunidades rurales, se ha dado vinculada visceralmente a los ríos.

Probablemente esta relación estrecha con los ríos, fue uno de los motores que impulsó en el año 1995 la organización comunitaria que se inició en Rivas, de resistencia ante la Empresa de capital español, Producciones Antheus SA, que pretendía realizar dos proyectos hidroeléctricos sobre el río Chirripó Pacífico, conocidos como Los Gemelos, (proyectos San Luis I y San Luis II). Finalmente, gracias a la movilización y al apoyo cantonal estas iniciativas no se pudieron realizar. La resistencia se da inicialmente por oposición a las pretensiones de expropiación de tierras, pero también por el entendimiento de los impactos que los proyectos tendrían sobre el río, en palabras de Pilar Ureña, una de las personas que participó y lideró esta lucha: ?entramos en contacto con las comunidades de Sarapiquí y San Carlos para conocer sus experiencias y nos aterró ver los ríos, en el estado de deterioro que quedaban después de cada toma de agua?.

Al inicios del 2014, casi diez después, poco a poco las comunidades del sur del país se enterán sobre una propuesta de un enjambre de 17 hidroeléctricas que se ubicarían sobre los ríos que bajan desde la cordillera de Talamanca, en los cantones de Pérez Zeledón, Buenos Aires y San Vito de Coto Brus, como por ejemplo los PH´s Peñas Blanquitas I y II en Quizarrá, Montecarlo y Santa Elena de Pérez Zeledón, los PH´s Altamira, Cordoncillo I y II en Volcán y Altamira de Buenos Aires, el PH Consuelo en el Río Cañas,  el PH San Rafael en San Pedro de Pérez Zeledón, así como los PH Canasta y PH Singri-Guineal que se encontraban en el límite entre Buenos Aires y Coto Brus.   Había muy poca información disponible sobre estos proyectos, al acceder a los estudios técnicos, presentados a la Secretaria Técnica Ambiental, SETENA, para gestionarla respectiva viabilidad ambiental, se descubrió que dichos estudios eran muy superficiales, complacientes con las empresas, favoreciendo de esta manera llegar a la conclusión de que los impactos socio ambientales eran mínimos; y así colaborar con su rápida aprobación. Gracias a la resistencia y denuncia de irregularidades e inconsistencias en las propuestas de los proyectos, por parte diferentes grupos que se organizaron en las comunidades, la mayoría de estas iniciativas fueron archivadas.

Sin embargo, pesé a las múltiples irregularidades encontradas y denunciadas en su tramitación, y a la fuerte oposición de los vecinos,  la Hidroeléctrica San Rafael logro gracias a la colusión de  instituciones encargadas la aprobación de los respectivos permisos, quedando pendiente sólo la aprobación del estatus de conveniencia nacional para avanzar en la ejecución de obras.  

El mapa hídrico de la cuenca del Río Térraba, cada subcuenca con sus múltiples ramificaciones, que son tributarios que se agregan aleatoriamente, se asemejan a una fina telaraña: esa es la riqueza del agua, las nacientes, los sitios de recarga acuífera, las quebradas, esta riqueza proviene de áreas protegidas ubicadas en la parte alta de la cordillera de Talamanca, el Parque Nacional Chirripó, el Parque Internacional La Amistad, Zona Protectora Las Tablas, Humedales de San Vito y Territorios Indígenas, estos últimos ocupan el 20% de la cuenca. Es la cuenca más extensa del país, con un área de 5,085 km2, ocupa el 10% del territorio continental del país, distribuida en los ríos Buena Vista, Chirripó Pacífico, Talari, General, Pacuar, Peñas Blancas, Convento, Volcán, Ceibo, Pejibaye, Cababra, Coto Brus, Limoncito y Chánguena. En palabra de Yamileth Astorga, en ese momento una académica y actual Directora Ejecutiva del AyA, en un informe que presentó sobre el recurso hídrico para el Estado de la Nación, 2014, comenta que la cuenca del Río Térraba cuenta con ?una de las mayores disponibilidades de agua. Se prevén importantes aumentos de lluvia que se darán a raíz del cambio climático?.

La inferencia sobre este dato es alucinante: está cuenca es de importancia estratégica para el país y para el planeta, tiene una de las más importantes fuentes de agua, que además en el caso de los ríos tributarios, por venir de áreas protegidas, es agua limpia; no así en el caso del Térraba, donde ya se han encontrado restos de agroquímicos producto de la actividad piñera y de cultivo de la caña especialmente.

La tierra es conocida como el planeta azul, vista desde el espacio se observa que el 71% de su superficie está cubierta por agua; pareciera siendo así que tenemos agua en abundancia. Pero una cosa es agua total y otra agua dulce. El 97,5 % es agua salada, eso nos deja con un 2,5% de agua dulce, pero además el 69% del agua dulce esta congelada en los polos y cumbres montañosas. Sólo el 1% del agua dulce discurre por las cuencas hidrográficas y según estudios científicos sólo el 0,007% de las aguas dulces se encuentran disponibles para usos humanos. ¡Lo que tenemos en la cuenca del Río Térraba es un tesoro! Actualmente se calcula que unos 750 millones de personas no tienen acceso al agua limpia en el mundo.

El término ?servicios ecosistémicos?, fue elaborado por los estudiosos de la conservación y el desarrollo sostenible, para identificar y valorar los servicios que presta la naturaleza a las sociedades humanas. Visto desde este enfoqué los ríos proveen sustentación a la producción agropecuaria: riego, abrevadero para animales; a la manutención de ecosistemas sanos, que a su vez permiten sociedades humanas también sanas; esto coadyuba también a la prevención  de desastres, como inundaciones, cuando las cuencas conservan su integridad ecológica, sus bosques, absorben el agua y no permiten que discurra libre y rápidamente hacia los cauces, generando acumulaciones excesivas, que derivan en inundaciones y deslaves; además de la provisión de espacios para la recreación gratuita de las comunidades.  Estos son ejemplos de los servicios ecosistémicos. 

La sobre explotación de los ríos, conlleva la pérdida y deterioro de estos servicios ecosistémicos que benefician a las comunidades; tal vez el más vital de estos servicios es la provisión de agua potable.Y para nuestra desgracia, las Instituciones encargadas de regular el uso del agua no han sido capaces de ejercer un control efectivo; por ejemplo para el río Tempisque que fue desecado ?legalmente?, se otorgaron más concesiones del que el caudal podía soportar; además usualmente las instituciones no ejercen control para verificar que se cumpla la extracción de la cantidad del caudal otorgado. O sea, como en la figura de fábula del adagio popular: ya éramos muchos y parió la abuela. 

Volviendo al tema de la Hidroeléctrica San Rafael, la cual solicita la declaratoria de Conveniencia Nacional de su iniciativa; pese a que la actual Presidenta Ejecutiva del ICE, Irene Cañas, en declaraciones dadas recientemente en la Asamblea Legislativa, indicó que el país cuenta con una sobre oferta en la capacidad de generación eléctrica, es decir, tenemos mayor capacidad de generación que la demanda, y que la generación privada elevaba los costos del ICE, lo cual implica lógicamente mayores tarifas en servicios eléctricos. Desde esta perspectiva no se justifica de ninguna manera el otorgamiento de la conveniencia nacional, sobre una actividad que además de no ser necesaria para el país, deteriora y acapara los servicios ecosistémicos que presta el Río San Rafael, a los pobladores ribereños, pero también acapara un recurso que es demanial, que es de todos los costarricenses, y que tiene un valor estratégico hacia el futuro para el cantón y porque no, para el planeta. 

En fin, el bienestar de los ríos, es el bienestar de las personas, y adrede hablamos de bienestar, porque no es sinónimo de desarrollo, y para ejemplo un botón, el cantón de Buenos Aires es uno de los cantones rurales más ?desarrollados? económicamente, cuenta con una monoactividad agrícola de alta envergadura, la piña, sin embargo ocupa el tercer lugar en pobreza entre los cantones del país.

El bienestar de los ríos, pasa a ser entonces, ante la incapacidad de las instituciones y del Estado para protegerlos y promover su adecuada gestión, a ser  una tarea y una prioridad de la sociedad civil, un imperativo de las comunidades e incluso de las Municipalidades, pese a la negativa de algunas de ellas de intervenir con decisión y valentía en este tema.

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